Los más perspicaces notarías que la semana pasada no hubo capítulo de kaizen. Me obligué a que no lo hubiera. Me obligué a no trabajar en el podcast en Semana Santa. Bueno, a no grabar, que lo de darle vueltas a la cabeza y apuntar ideas es algo que no sé evitar del todo. Entre esas vueltas y esas ideas, pensé en hacer un capítulo un poco más personal.
Una de las preguntas que más me hacéis quienes escucháis el podcast es cómo me las apaño para gestionar mi tiempo, aunque cuando profundizamos un poco lo que normalmente hay detrás de esa pregunta es más bien: «¿cómo haces tantas cosas?». Y cuando respondo, noto la decepción de la otra persona, cuando digo que «hago tantas cosas con mucho sufrimiento» o «voy con el agua al cuello todo el día». Vamos, que no creo ser un buen ejemplo. Lo cual me confirmó una amiga hace unos días, que me dijo que ve los vídeos de Nada Que Ganar en Youtube y que le parecía que yo tenía cada vez más ojeras. Desde aquí, muchas gracias por el piropo, Sara.
En fin.
Es cierto que con los años he aprendido a ser eficiente, a aprovechar muy bien el tiempo que dedico a un tema, a ser organizado y a gestionar razonablemente bien mis niveles de energía y mi concentración. De todos esos temas hemos hablado en el podcast y seguiremos haciéndolo. Pero hay un aspecto que quizás no hemos tratado tanto, la cara B de mucho de esto. Y es que todo tiene un precio.
NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO
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👤Personas mencionadas:
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Imagen del capítulo: Photo by Caleb Shong on Unsplash
Patrocinador del capítulo: www.cuidadoconlasmacrosocultas.com