Madrid, 29 de diciembre de 2023 · ♪♪ Katie Melua – Crawling up a Hill
Desde hace un par de años, la edición de diciembre de la newsletter de la comunidad kaizen se ha convertido en una especie de carta anual algo improvisada. Este año me apetecía hacerla en abierto para todas las personas que escucháis el podcast, seáis parte o no de la Comunidad. Suelo escribirla casi del tirón, así que no sé exactamente de qué te voy a hablar. Aunque ya te aviso que me suele quedar algo ñoña. Serán las fechas.
Supongo que lo más fácil es empezar mirando al año que acaba. Nadie me va a dar un premio a la originalidad, pero creo que es un ejercicio útil pararse a reflexionar de vez en cuando. Para mí lo suele ser, al menos.
Y ese era el plan hasta que, según me he puesto a escribir, he recordado una carta que leí hace poco. Es una respuesta que le envió el escritor John Steinbeck a su hijo adolescente, cuando éste escribió a sus padres contándoles que se había enamorado perdidamente de una chica, llamada Susan. La he buscado de nuevo para leerte algunas frases.
Nueva York, 10 de Noviembre de 1958 Querido Thom: Recibimos tu carta esta mañana. Yo te contestaré desde mi punto de vista y por supuesto Elaine lo hará desde el suyo. Lo primero: si estás enamorado, eso es bueno. Es lo mejor que le puede pasar a cualquiera. No dejes que nadie te haga sentir que es algo menor o ligero. Lo segundo: hay varios tipos de amor. Uno es esa cosa egoísta, mezquina, avariciosa y egocéntrica de quien usa el amor para su propia importancia. Ésa es la forma desagradable y dañina. La otra es un desbordamiento de todo lo bueno que hay en ti — de amabilidad y consideración y respeto — no sólo del respeto social de los buenos modales, sino el respeto mayor que es reconocer a otra persona como única y valiosa. El primer tipo te puede hacer sentir enfermo y pequeño y débil, pero el segundo puede liberar una fuerza, un coraje, una bondad e incluso una sabiduría que no sabías que tenías. [...] Pero no creo que me preguntaras sobre lo que sientes. Lo sabes mejor que nadie. Con lo que querías mi ayuda es con qué hacer sobre ello — y eso puedo decírtelo. Para empezar disfrútalo y sé agradecido y feliz por ello. El propósito del amor es el más bello y bueno, intenta estar a la altura. Si amas a alguien, no hay ningún daño en decirlo, pero debes recordar que algunas personas son muy tímidas y a veces conviene tener su timidez en cuenta al decírselo. Las chicas suelen tener su manera de saber o de intuir lo que sientes, pero habitualmente les gusta también oírlo. A veces sucede que lo que tú sientes no es correspondido por una razón u otra — pero eso no hace que tus sentimientos sean menos valiosos o buenos. Por último: conozco tu sentimiento, porque yo lo tengo, y me alegro de que tú también. Y no te preocupes por perder. Si es la correcta, sucederá. Lo principal es no apresurarse. Nada bueno se escapa. […]
Ahora que lo pienso, no sé si es buena idea tratar de continuar hablando después de las palabras de un tipo que ganó el Nobel de Literatura, pero ya no hay vuelta atrás.
Estos consejos de Steinbeck sobre el amor creo que encierran algunas verdades esenciales sobre la vida en general.
No sé cómo habrá sido tu año. Imagino que habrá tenido cosas buenas y otras malas. El mío ha sido bastante positivo, no me puedo quejar de nada.
He tenido la enorme suerte de vivir un año lleno de experiencias nuevas, muchas de las cuales te he ido contando: publicar un libro, firmar en la feria, dejar mi trabajo sin un rumbo muy definido, hacer entrevistas con público en directo, grabar kaizen en vídeo o lanzar el programa de Desarrollo Directivo y Liderazgo con Tramontana (del que, por cierto, se nos han quedado un par de plazas libres de última hora, así que si te interesa, corre a tramontana.net o escríbeme, porque empezamos a mediados de enero). Claro que todas estas nuevas experiencias son insignificantes frente a la de ver nacer y crecer a mi hija. De mucho de esto te hablaré en más profundidad en el primer capítulo del año que viene, que ya lo tengo preparado, pero si tuviera que quedarme con alguna especie de aprendizaje, sería muy parecido a lo que dice esa carta de Steinbeck.
Creo que podemos ver nuestra vida como la sucesión de emociones que sentimos con todo lo que nos ocurre y todo lo que hacemos. Y, a partir de ahí, podemos abordarla de diferentes maneras.
Una es esa forma mezquina, cruel y egocéntrica que él dice. La de querer exprimir constantemente todo para nosotros mismos: nuestras relaciones, nuestro tiempo, nuestro dinero.
Pero también podemos enfocarla de la otra manera. La de celebrar lo bueno que nos sucede, simplemente contemplándolo y sintiéndonos agradecidos por haber tenido la suerte de vivirlo. Intentar dejar de lado esa obsesión por exprimirlo o por repetirlo o por recordarlo que tantas veces nos hace tener miedo a perderlo o ansiedad por no volver a conseguirlo. Y tratar de que no todo vaya de nosotros siempre. La paternidad creo que tiene mucho que ver con eso.
¿Y qué hacemos con lo malo? Pues como con esos amores no correspondidos de los que habla en la carta, pienso que podemos tratar de ponerlo en el contexto adecuado: podemos usar la decepción o el dolor o la pena como una forma de dar significado a lo que nos sucede.
A veces alguien nos rompe el corazón o nos va mal en el trabajo o nos ocurre una desgracia; y no tiene sentido negar el dolor que sufrimos o mirar para otro lado. Pero tal vez sí podemos aceptar esas emociones negativas, y entenderlas como parte del camino. Distinguir el dolor del resultado del valor del motivo. El valor de lo vivido con esa persona que ha dejado de estar en nuestras vidas o el valor de haber intentado aquello con lo que fracasamos.
Por estas fechas, lo suyo es también mirar al futuro. Aún no he hecho mi ejercicio anual de fijarme objetivos y todas esas frikadas de las que te he hablado alguna vez. Y si te soy sincero no tengo muy claro cómo lo voy a hacer este año, en este periodo de vagar sin demasiado rumbo que me he planteado. Eso sí, muchas de esas experiencias que eran nuevas en 2023, van a serlo otra vez en 2024, porque tomarán nuevos niveles de intensidad y de responsabilidad. Empezando por mi hija, que gradualmente va pasando de la fase tamagotchi a la de personita capaz de aprender e imitar todo lo que ve. El programa de Tramontana verá la luz tras meses de preparación, con el reto de responder al esfuerzo y a la confianza de los alumnos. Y kaizen seguirá creciendo y evolucionando, tratando de mantener esa especie de acuerdo con quienes lo escucháis de que, por extraño que sea el tema del que te hable, mi única obsesión es que no sientas haber perdido el tiempo al escucharlo. Que siempre te quede algo nuevo e interesante.
Inevitablemente, en todo ello habrá cosas que salgan bien y otras que salgan mal. Por eso, uno de mis objetivos para este año, es tener muy presente esa forma de ver la vida a partir de los consejos sobre el amor de Steinbeck. La de enfocarla contemplando y estando agradecido por lo bueno que suceda y la de no negar el sufrimiento de lo malo, pero sí separar el dolor del resultado del valor del motivo.
Ojalá estas ideas también te sean útiles a ti en un 2024 que, espero, te traiga mucho de lo bueno y lo menos posible de lo malo.
Kaizen y yo volveremos en un par de semanas, más o menos.
¡Que tengas un muy feliz año!