Un ejemplo de cómo «autocompletamos» la realidad se da en el hecho de que no notemos el punto ciego que tenemos en cada uno de nuestros ojos. Allí donde el nervio óptico conecta con la retina no hay células fotorreceptoras. Pero no lo notamos porque lo que no capta un ojo lo capta el otro y el cerebro se encarga de mezclar las dos señales y de que todo nos parezca una realidad continua. Si no te lo imaginas, puedes comprobarlo mirando la siguiente imagen.

NOTA: Esta ilusión puede ser difícil de reproducir según el tamaño al que veas la imagen en la pantalla que estés usando. Puede resultarte más sencillo si lo dibujas en una cartulina, separando el círculo y la cruz unos 3-4 dedos entre sí.

Si cierras tu ojo izquierdo, fijas tu mirada en el círculo y pruebas a acercar y alejar el libro lentamente, en un momento dado verás desaparecer la cruz de la derecha, porque habrá entrado, justo, en tu punto ciego. A esa misma distancia, más o menos, si ahora abres tu ojo izquierdo, cierras el derecho y te fijas en la cruz, lo que desaparecerá será el círculo.